Entradas populares

sábado, 23 de febrero de 2013

Problematización de la pobreza urbana tras las categorías de Pierre Bourdieu



9
Cuadernos de Antropología Social Nº 15, pp. 9-27, 2002
© FFyL - UBA - ISSN: 0327-3776
Problematización de la pobreza urbana
tras las categorías de Pierre Bourdieu
Alicia B. Gutiérrez*


RESUMEN


Aunque Bourdieu no ha trabajado explícitamente la problemática de la pobreza
urbana, sus categorías analíticas constituyen un importante marco de referencia a partir de
las cuales se puede construir una aproximación al estudio de ese aspecto de la realidad
social.
Partiendo de reflexiones teóricas y metodológicas que sustentaron una investigación llevada adelante en un barrio pobre cordobés, se problematizan las nociones de “pobreza”, de “marginalidad” y distintas vertientes de la perspectiva “estratégica”, para luego
presentar otra manera de construir el problema a partir de los conceptos y la lógica analí-
tica de Bourdieu. Con la intención de superar la dicotomía entre teoría y empiria y mostrar
la validez de esos conceptos para explicar y comprender ciertos aspectos de la pobreza
entendida como un problema relacional e histórico, se pretende contribuir a la creación de
conocimiento en torno a la reproducción de la sociedad y de sus mecanismos de dominación-dependencia.
PALABRAS CLAVE: pobreza - espacio social - instrumentos de reproducción - capital - habitus
ABSTRACT
Although Bourdieu has not worked explicitly the problematic of urban poverty, his
analytic categories constitute an important frame of reference from which it can be built
an approximation to the study of that particular aspect of the social reality.
The notions of “poverty”, “marginalization”, and different points of view of the
“strategic” perspective are analyzed through the theoretical and methodological reflections
that an investigation performed in a poor quarter of Cordoba has sustained.
* Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. E-mail:
aliciagutierrez@arnet.com.ar. Realizado y entregado en marzo 2002, aceptado en junio 2002.10
Problematización de la pobreza urbana... / Alicia B. Gutiérrez
With the purpose of overcoming the dichotomy between theory and practice and
in order to show the reliability of these concepts to explain and understand certain aspects
of poverty , when considered as a relational and historic problem, this paper pretends to
contribute to the creation of knowledge in the matter of the reproduction of society and its
mechanisms of domination-dependence.
KEY WORDS: poverty - social space - instruments of reproduction - capital - habitus
INTRODUCCIÓN
Aparte del conjunto de entrevistas realizadas con la intención de dar un
testimonio -tras la palabra de quienes no suelen tener la posibilidad de expresar
públicamente vivencias y sentimientos-, de condiciones objetivas de vida adversas, a la vez individuales y sociales, particulares e históricas, que componen la
conocida y difundida obra colectiva publicada bajo el nombre de La misère du
monde (Bourdieu et. al., 1993), y de las denuncias de las consecuencias sociales
nefastas de la imposición y difusión del neoliberalismo que ocuparon un lugar
importante en los últimos años de su vida (Bourdieu, 1998, 2000, 2001), Pierre
Bourdieu no ha llevado a cabo estudios en el ámbito de la pobreza urbana.
Sin embargo, la perspectiva analítica que construyó a lo largo de más de
cuarenta años de reflexiones teóricas y de investigaciones empíricas, fundada en
una epistemología que supone la superación de diferentes dicotomías que aún
permanecen en las ciencias sociales (objetivismo vs. subjetivismo, lo económico
vs. lo no-económico, teoría vs. empiria, métodos cuantitativos vs. métodos cualitativos, etc.) y expresada en una serie de conceptos construidos y enlazados en una
lógica particular, habilitan a pensar y problematizar ciertas cuestiones que permiten dar cuenta de aspectos centrales del fenómeno de la reproducción social en
situaciones de pobreza.
A partir de un estudio realizado durante más de diez años en un barrio
pobre cordobés, y de las discusiones teóricas y metodológicas implicadas en el
mismo (Gutiérrez, 2001), pretendo en estas páginas rescatar las principales categorías analíticas de la teoría de Pierre Bourdieu y mostrar la manera como las
mismas permiten construir una problemática de investigación fecunda para realizar aportes a la tarea de explicar y comprender de qué manera viven y se reproducen socialmente quienes ocupan las posiciones dominadas del espacio social.11
Cuadernos de Antropología Social Nº 15, 2002, ISSN: 0327-3776
UNAS PALABRAS SOBRE LA TEORÍA DE LA PRÁCTICA
Retomando una larga tradición estructuralista, e incorporando la dimensión histórica, Bourdieu sostiene que las condiciones sociales -aprehensibles en
términos estructurales, relacionales, y consideradas como producto de las condiciones pasadas, históricas- existen doblemente: en las cosas y en los cuerpos. Es
decir, el fundamento de su análisis de lo social lo constituye una especial ontología de lo social, y, más precisamente, una ontología de potencialidades que están
inscritas, a la vez, en la estructura de las situaciones donde actúa el agente y en su
propio cuerpo, lo que hace que la práctica social sea el resultado de una suerte de
“complicidad ontológica” entre un campo y un habitus. (Bourdieu, 1994a).
El poder es para el autor constitutivo de la sociedad y, ontológicamente,
existe en las cosas y en los cuerpos, en los campos y en los habitus, objetivamente,
pero también simbólicamente. Poder físico y poder simbólico, violencia objetiva
y violencia simbólica, condiciones objetivas y condiciones simbólicas constituyen
el fundamento de la razonabilidad de las prácticas sociales en la perspectiva de
Bourdieu, prácticas que presentan entonces una doble dimensión: un “sentido
objetivo” y un “sentido vivido” que deben ser entendidos dialécticamente para
explicar y comprender las acciones sociales (Bourdieu, 1980a).
Dado que las estructuras sociales existen dos veces, que lo social está conformado por relaciones objetivas, pero que también los individuos tienen un conocimiento práctico de esas relaciones -una manera de percibirlas, de evaluarlas,
de sentirlas, de vivirlas-, e invierten ese conocimiento práctico en sus actividades
ordinarias, se impone al cientista social una doble lectura de su objeto de estudio:
“objetiva” y “subjetiva”, a la vez, pero concebidas en una construcción teórica que
supone una relación dialéctica entre ambas.
Esta manera de abordar la realidad social implica también una serie de
consecuencias teóricas, metodológicas y éticas para el investigador y su proceso de
investigación (Gutiérrez, 1999), que en estas páginas aparto por el momento.
PROBLEMATIZANDO LA NOCIÓN DE POBREZA Y EL CONCEPTO DE MARGINALIDAD
La controvertida noción de pobreza ha sido tratada por diversos autores
(Bartolomé, 1986; Herrán, 1972; Jaume, 1989, Paugam, 1998, entre otros, y por
citar sólo a los críticos). En general, las diferentes posturas reconocen que la pobreza se identifica con nociones tales como la de privación, de ausencia, de caren-12
cia, y constituye un concepto descriptivo más que explicativo, tras el cual, la preocupación central gira en torno a “medir” la cantidad de pobres, a través, fundamentalmente, de dos aproximaciones diferentes: la llamada “línea de pobreza” y el
método de las “necesidades básicas insatisfechas”.
Problematizando las cosas desde el pensamiento de Bourdieu, puede decirse que a través de la noción de “pobreza” se pueden describir las “condiciones de
existencia” de ciertos grupos sociales definidos como pobres, según una serie de
indicadores, pero no se puede avanzar en la búsqueda de elementos explicativos y
comprensivos que permitan dar cuenta de las causas de la pobreza, de los lazos
estructurales que ligan a pobres y no-pobres de una determinada sociedad y de la
manera como los pobres estructuran un conjunto de prácticas que les permiten
reproducirse socialmente en tales condiciones.
Una exploración y definición de algunos elementos ya explicativos y no
meramente descriptivos de las dimensiones a las que he hecho referencia se encuentran en la llamada “perspectiva de la marginalidad”, que ocupó un lugar central en los debates de las ciencias sociales especialmente entre 1950 y comenzada
la década de 1980.
En distintas oportunidades (Germani, 1973; Solari, 1976; Kowarick, 1981;
Oliven, 1981; Segal, 1981; Bennholdt-Thomsem, 1981; Bartolomé, 1984 y 1986;
Jaume, op. cit.) se ha reseñado históricamente el uso que se le ha dado a este
concepto, distinguiendo diferentes aproximaciones según se defina el modo en
que se consideran “marginales” ciertos grupos de una sociedad determinada: la
aproximación ecológico-urbanística, la aproximación cultural, la aproximación
económica y diferentes combinaciones de ellas.
Problematizando la cuestión, es necesario recordar que, más allá de las aproximaciones diferentes, ellas tienen en común el presupuesto mismo de la
“marginalidad”, es decir, una aproximación teórica en términos de “márgenes”
que postula un defecto de integración de poblaciones que no están fuera de la
sociedad global sino que están insertas en ella y ocupando la posición más desfavorable: la ambigüedad de la noción reside en el hecho mismo de saber si lo que
está en cuestión es el estar al margen (defecto de integración) o el ocupar una
cierta posición en el seno mismo del sistema social.
Algunos autores (Lomnitz, 1978; Margulis, 1968), reconociendo el contenido equívoco del término, definen a los grupos que constituyen su objeto de
análisis como “marginales”, pero explicitando que se trata de individuos que no
están al margen de la sociedad, sino que ocupan posiciones desfavorables dentro
de ella.
Problematización de la pobreza urbana... / Alicia B. Gutiérrez13
Cuadernos de Antropología Social Nº 15, 2002, ISSN: 0327-3776
El reconocer a la situación de “marginalidad” como una “manera de estar
ubicado en el sistema”, más bien que por estar fuera del mismo, induce un paso
teórico decisivo que señala el abandono de la aproximación dualista en términos
de “márgenes-centralidad” o de “marginalidad-integración”. Este paso induce también a la necesidad de caracterizar más profundamente el sistema de relaciones en
el cual están insertos aquellos que uno llama “los marginales” y, por consiguiente,
las prácticas que ellos pueden poner en marcha. Desde la perspectiva de Bourdieu
uno podría preguntarse: ¿en qué consiste el sistema de relaciones? ¿cómo
conceptualizar esa manera de ocupar una posición en la sociedad?
Otra dicotomía recurrente en las aproximaciones de la marginalidad exige
también ser superada: es la que conduce a distinguir-oponer lo “micro” y lo “macro”
(Coraggio, 1991). Esta dicotomía está ligada a una dificultad teórica y metodológica
conocida en la antropología urbana, cuando se trata de decidir cuál es la unidad
de análisis en la ciudad: “el considerar los datos con referencia a un ‘sistema total’,
el enfoque globalista u ‘holístico’ se torna de difícil sostenimiento al pasar de la
escala de la pequeña comunidad campesina o tribal a la gran ciudad. Aparece
entonces el problema de cómo se determinan los límites de la muestra urbana”
(Herrán, 1985:31).
HACIA LA NOCIÓN DE ESTRATEGIA
En la década de 1970 y sobre todo en la de 1980, en el análisis de los
fenómenos de la pobreza urbana, la preocupación se desplaza a la cuestión de
conocer cómo, a pesar de las fuertes restricciones en diversas dimensiones, los
pobres pueden reproducirse socialmente y empieza a ponerse énfasis analítico en
los mecanismos de reproducción de las unidades familiares. Comienzan a aparecer así distintos conceptos para referirse a esos mecanismos, que tienen en común
la noción de estrategia y la utilización de la unidad doméstica (o unidad familiar)
como unidad de análisis, a partir de la cual existe la preocupación por superar la
brecha entre niveles de análisis “micro” y “macro”: se trata de las “estrategias de
existencia” de las “estrategias adaptativas”, de las “estrategias de supervivencia” y
de las “estrategias familiares de vida” (Sáenz y Di Paula, 1981; Argüello, 1981;
Torrado, 1982; Bartolomé, 1984, 1985, etc.).
Si bien estos conceptos no remiten necesariamente a un marco teóricoexplicativo único y pueden distinguirse diferencias y matices entre los distintos14
autores que las utilizan, pueden encontrarse ciertos rasgos comunes que permiten
problematizar ciertos aspectos.
En primer lugar, hay algunas cuestiones ligadas a la propia noción de estrategia. En la mayoría de los trabajos que se ubican en esta línea, los autores reservan
un margen de opción a los agentes sociales, con lo que, sus estrategias no están
completamente determinadas por factores estructurales ni son el mero resultado
de una libre elección individual. También, muchos de ellos explicitan que las
estrategias no son elaboradas por las unidades familiares de manera necesariamente consciente, deliberada, planificada. En relación con ello, uno podría preguntarse ¿en qué consiste el margen de posibilidades que se ofrece a quienes elaboran las
estrategias? ¿cuál es la racionalidad, entonces, que está implicada en las mismas?
¿cuáles son sus elementos explicativos, además de las condiciones objetivas en las
cuales se producen? ¿qué es lo que permite articular el nivel de “decisión” de los
agentes con las condiciones estructurales en las que se inserta?
Por otra parte, es importante señalar en esta aproximación del problema, la
preocupación –manifestada en el uso de la noción de “estrategia”-, no ya por
definir una situación en términos macrosociales sino que, a partir de ciertas condiciones materiales de existencia, el objetivo recae ahora en la intención de analizar de qué manera los pobres se reproducen socialmente en esas condiciones. Junto a esta preocupación se encuentra la de construir categorías que permitan articular la interrelación entre las conductas individuales y los determinantes estructurales. Aparecen así la unidad familiar o la unidad doméstica -frente al individuocomo instancia privilegiada para el análisis de las estrategias de reproducción y las
redes sociales (simétricas y asimétricas) como concepto articulador entre los pobres
y los sectores dominantes de la sociedad.
Ahora bien, subsiste aún, en la mayoría de los casos, la noción de
“marginalidad” para definir las condiciones objetivas, aunque ella remite no al
dualismo “márgenes-centralidad” o “marginalidad-integración” sino a la posición
ocupada en la sociedad, posición que determina los recursos de los que se dispone
para la reproducción social, y que es definida a partir de la inserción en el sistema
de producción económica. A ello hay que agregar que, especialmente en el conjunto de las investigaciones realizadas en el marco de PISPAL, aparece clara y
explícitamente la definición de las condiciones objetivas donde se insertan las
estrategias de los “sectores populares”, a partir del “modelo de desarrollo vigente”
en cada país de América Latina.
Aun omitiendo la cuestión de la ambigüedad de la noción de marginalidad,
desde Bourdieu uno podría preguntarse ahora: ¿cómo definir la posición social de
Problematización de la pobreza urbana... / Alicia B. Gutiérrez15
Cuadernos de Antropología Social Nº 15, 2002, ISSN: 0327-3776
los agentes sin limitarse a los aspectos económicos de la misma y pudiendo abarcar otros aspectos (culturales, sociales, simbólicos) que también definen la manera
en que una persona –y una familia- se posiciona socialmente, a la vez que constituyen otras fuentes de recursos?
Por otra parte, si bien la noción de “unidad doméstica” constituye una
categoría que avanza hacia la articulación de las conductas individuales y las condiciones estructurales, ¿cómo articular ahora esas condiciones estructurales con la
unidad familiar? ¿qué concepto permite la operacionalización de las condiciones
objetivas en relación con las estrategias de reproducción de las unidades domésticas?
Finalmente, si se sostiene que los pobres no están al margen de la sociedad
sino que forman parte de ella, ocupando las posiciones dominadas del sistema y,
que, por lo tanto, no pueden estudiarse sus estrategias de manera aislada sino
intentando analizar las relaciones que ellas mantienen con los sectores dominantes, es importante construir un concepto de estrategias de reproducción que sea
susceptible de ser extendido a todos los grupos sociales y que no se limite a abarcar
sólo las maneras de vivir de los “sectores populares” (en este sentido, es importante
el aporte de Torrado -op. cit.- con su concepto de “estrategias de vida” como
superador del de “estrategias de sobrevivencia”) a la vez que proporcione respuestas a las preguntas planteadas.
EL ESPACIO SOCIAL Y LAS ESTRATEGIAS DE REPRODUCCIÓN SOCIAL
Para empezar a responder a los desafíos pendientes, es primordial comenzar considerando a la sociedad en su conjunto, es decir, más específicamente, al
espacio social en Bourdieu, como un espacio pluridimensional de posiciones, donde toda posición actual (de un agente o grupo de agentes) puede ser definida en
función de un sistema pluridimensional de coordenadas, cada una de ellas ligada
a la distribución de una especie de capital diferente (Bourdieu, 1990).
El espacio social es una construcción que, evidentemente, no es igual al
espacio geográfico1
: define acercamientos y distancias sociales. Ello quiere decir
que no se puede “juntar a cualquiera con cualquiera”, que no se pueden ignorar
diferencias objetivas fundamentales, pero no implica excluir la posibilidad de organizar a los agentes, en ciertas condiciones, momentos y lugares, según otros
principios de división, como étnicos o nacionales (Ibídem).
En ese espacio, los agentes y grupos de agentes se definen por sus posiciones relativas, según el volumen y la estructura del capital que poseen. Más concre-16
tamente, la posición de un agente determinado en el espacio social se define por la
posición que ocupa en los diferentes campos, es decir, en la distribución de los
poderes que actúan en cada uno de ellos (capital económico, cultural, social, simbólico, en sus distintas especies y subespecies).
En consecuencia, con un corte sincrónico del campo de la lucha de clases,
se obtiene un estado de las relaciones de clase, cuya estructura se define por la
distribución diferenciada de las distintas especies de capital en ese momento.
Acercándonos más a la problemática en cuestión, puede decirse que para
analizar relacionalmente la manera en que los pobres se reproducen socialmente,
es necesario definir las estrategias de reproducción social como: “conjunto de prácticas fenomenalmente muy diferentes, por medio de las cuales los individuos y las
familias tienden, de manera consciente o inconsciente, a conservar o a aumentar
su patrimonio, y correlativamente a mantener o mejorar su posición en la estructura de las relaciones de clase” (Bourdieu, 1988: 122). La propia definición sugiere algunas reflexiones y proporciona pistas para el tratamiento analítico:
1) En primer lugar, plantea la cuestión dela diferenciación entre “estrategias
de sobrevivencia” y “estrategias de cambio”. Las primeras, analizables ante todo como
estrategias de adaptación a corto plazo, no excluyen de todos modos la posibilidad de elección entre varias orientaciones posibles, pero sugieren, a mediano o
largo plazo, un análisis en términos de prácticas destinadas a mantener e incluso a
consolidar relaciones de dependencia y de dominación. Las “estrategias de cambio”, orientadas por perspectivas de reforzamiento del capital individual y / o
familiar, o por la reconversión de los mismos, sugieren un análisis en términos de
modificación duradera de las condiciones de existencia.
Pero es evidente que uno y otro tipo de estrategias se ofrecen a la observación de manera asociada, incluso entremezclada: es a partir de un análisis dinámico de las trayectorias y de las prácticas como se puede esperar fundar una distinción entre ambas.
De todo ello se deriva que el análisis de las estrategias de reproducción no
se reduce al estudio de las prácticas que tienden a la mera repetición de las condiciones objetivas de vida (condiciones sociales de producción de las prácticas). Es
decir, el término “reproducción” no queda restringido aquí a “producir lo mismo”, como si las condiciones estructurales eliminaran todo margen de autonomía
y creatividad del agente social, y, con ello, toda posibilidad de modificarlas. Al
contrario, al rescatar la dimensión activa e inventiva de la práctica, y las capacidades generadoras del habitus, esta perspectiva de análisis recupera al agente social
Problematización de la pobreza urbana... / Alicia B. Gutiérrez17
Cuadernos de Antropología Social Nº 15, 2002, ISSN: 0327-3776
productor de las prácticas y su capacidad de invención e improvisación ante situaciones nuevas.
2) El margen de maniobra de cada agente social (individual o colectivo), y,
por ello, su margen de autonomía y de creatividad depende de condiciones sociales objetivables, pero la objetivación de esas condiciones debe tomar en cuenta a la
vez las “determinaciones externas” y la posición relativa de los agentes en el espacio social en el que las estrategias pueden estar comprometidas. La determinación
externa de las situaciones de pobreza que tendía a ser analizada, como se ha visto
más arriba, en términos de “pobreza” o de “marginalidad”: en un caso, la aproximación privilegia la búsqueda de indicadores de pobreza absoluta o relativa (sea a
través de lo que se denomina “necesidades básicas insatisfechas” o a través de la
llamada “línea de pobreza”), elementos ciertamente importantes para la descripción de las “condiciones de clase” pero insuficientes para definir el espacio social y
las propiedades específicas y relativas de los agentes; en el otro caso, más allá de los
numerosos estudios que proceden de puntos de vista muy variados y contrapuestos, se ha dicho que la propia noción de “marginalidad” entraña una ambigüedad.
3) “La manera de estar ubicado”: Así, contra las esquematizaciones que engendran las aproximaciones dualistas que oponen, bajo denominaciones variables
un “centro” y una “periferia”, la aproximación que se sugiere a partir de estas
consideraciones, reside menos en el hecho de saber si uno se encuentra o no al
margen del sistema que sobre “la manera de estar ubicado” en el espacio social.
Esta aproximación puede ser operacionalizada a partir de conceptos tales como
“campo” entendido como sistema de posiciones y de relaciones entre posiciones y
de “capital” entendido como conjunto de bienes específicos que definen las posiciones ocupadas en un campo específico, es decir, en un sistema de relaciones,
siendo este conjunto analizable a partir del volumen y de las especies de capital
(económico, cultural, social, simbólico). De ello resulta que la prioridad está dada
a un abordaje en términos de bienes, de “lo que se tiene” y no únicamente de
necesidades, de “lo que se carece”, invitando a una aproximación crítica de la
noción misma de “necesidades básicas insatisfechas” y que, frente a la aproximación reduccionista que define la posición social a partir de la “inserción en el
sistema de producción económica” se postula que la posición relativa en el espacio
social es objetivable a partir de una amplia gama de bienes. Por lo tanto, si uno
retiene el término de “pobreza”, es para significar que la problemática que se plantea no se inscribe en la forma impuesta por el debate dominado por las visiones
dualistas de la cuestión, pero a condición de precisar que, más allá de la cuestión
de los indicadores de pobreza, se otorga una importancia particular a la significa-18
ción que confiere a esas condiciones objetivas de vida, la posición relativa ocupada por cada individuo o grupo en el espacio social de referencia.
4) Tomando la noción de habitus, condiciones objetivas incorporadas a lo
largo de trayectorias tanto individuales como colectivas, es importante recordar
que ellos confieren una significación diferente a posiciones homólogas y un margen de maniobra diferente a dos agentes que ocupan la misma posición en un
campo determinado. Es en este sentido que la noción es importante para caracterizar la diversidad de los espacios estratégicos. Esta noción implica igualmente
que las racionalidades de la acción son siempre racionalidades limitadas2
, tanto
por las condiciones objetivables de las posiciones ocupadas en los diferentes campos del espacio estratégico cuanto por los habitus que fundan un sentido práctico,
un sentido del juego3
, de lo que puede ser jugado y de la manera de jugarlo, que el
agente ha incorporado a lo largo de su historia4
.
También parece claro –y es conveniente tomarlo como hipótesis- que es
importante considerar el habitus como la otra cara (la cara incorporada) del hecho de que en un momento determinado del tiempo, el capital detenido no se
puede analizar sin referirlo al valor que le da la historia de su acumulación: es
distinto el valor social de un capital económico o cultural si es un tipo de capital
de “nuevo rico” o si procede de una historia larga de acumulación y / o de
reconversión de capital. El sentido práctico incorpora este valor añadido por la
historia a lo que habilita a conseguir la forma, el volumen y la estructura de un
capital en un momento determinado, y ello está relacionado, tanto con el sentido
práctico de la forma adecuada para conseguir lo que se pretende, cuanto con la
posibilidad de movilizar redes ya instituidas a lo largo de la historia.
Esta dimensión temporal del valor de los recursos de los pobres es fundamental si se pretenden analizar las situaciones de pobreza a partir de lo que los
pobres “tienen” y no sólo de “lo que carecen”.
5) Todo ello conduce a plantear que las estrategias de reproducción social
dependen fundamentalmente:
a) Del volumen, de la estructura y de la evolución pasada del capital que hay
que reproducir (i.e. que hay que proteger y / o desarrollar). Se trata del conjunto
de bienes (económicos, culturales, sociales y simbólicos) que el grupo de agentes
posee y de su trayectoria; ello define la posición que cada familia ocupa en el
espacio social. Una hipótesis complementaria es que las formas económicas y culturales de ese capital son las más determinantes y que el capital social y simbólico
Problematización de la pobreza urbana... / Alicia B. Gutiérrez19
Cuadernos de Antropología Social Nº 15, 2002, ISSN: 0327-3776
deberían ser tratadas como formas adicionales de las dos precedentes (Bourdieu,
1989).
b) Del estado del sistema de los instrumentos de reproducción, institucionalizados
o no (estado de la costumbre y de la ley sucesoria, del mercado de trabajo, del
mercado escolar, etc.) y de su evolución. Aquí se tiene en cuenta la distancia
geográfica, es decir, la distribución del grupo en el espacio y su ubicación con
respecto a los centros de producción y distribución de los diferentes tipos de
bienes, y la distancia social real, que alude a las posibilidades sociales concretas de
acceso a esos bienes. Esta noción permite, por una parte, articular la “unidad
doméstica” con las “condiciones objetivas” al operacionalizarlas como “posibilidades disponibles de reproducción” y, por otra parte, articular a los “pobres” –individual y / o colectivamente- con otros agentes del espacio social: ¿Qué papel cumple el Estado?; ¿cuáles son las instituciones que acercan socialmente -o no- los
diferentes tipos de bienes?; ¿qué políticas sociales están en marcha?; ¿qué otros
agentes articulan sus propias prácticas de reproducción con las prácticas de reproducción del grupo?5
, y avanzar en la superación de la dicotomía “micro”-“macro”.
Aquí, evidentemente, es de fundamental importancia la dimensión histórica y el
análisis de las diferentes condiciones estructurales que se presentan, a lo largo del
tiempo, como margen de posibilidades y limitaciones para poner en práctica distinto tipo de estrategias.
c) Del estado de la relación de fuerzas entre las clases, es decir, del rendimiento diferencial que los distintos instrumentos de reproducción pueden ofrecer a las
inversiones de cada clase o fracción de clase. Aquí también está presente la posibilidad de articulación con la sociedad global, al tiempo que se recuerda que las
estrategias de reproducción social remiten necesariamente al concepto de “clase”
(también Torrado, op. cit.), aunque no a un concepto economicista (además del
económico, hay otros capitales en juego, que también definen poderes dentro del
espacio social), ni a una visión objetivista de su dinámica (las clases mantienen
entre sí relaciones objetivas y relaciones simbólicas -Bourdieu, 1988a, 1988b, 1990,
etc.- y las estrategias tienen, con ello, una dimensión material y otra simbólica).
d) De los habitus incorporados por los agentes sociales: de los esquemas de
percepción, de apreciación y de acción, del sistema de disposiciones a percibir,
pensar, actuar, ligados a la definición práctica de lo posible y lo imposible, de lo
pensable y lo impensable, de lo que es para nosotros y lo que no es para nosotros.
Las estrategias de reproducción son así concebidas como una resultante del
sistema constituido por el conjunto de estos factores; toda modificación de uno
de sus elementos modifica su configuración y lleva consigo una posible redefinición20
de las estrategias. Ocurre lo mismo con toda modificación del sistema de los
instrumentos de reproducción: porque transforma la relación con el capital (con
su volumen, con su estructura) ocasiona la transformación correlativa del espacio
de los posibles y plantea la cuestión del modo de reconversión de las especies del
capital.
e) Esta cuestión, en cuanto se refiere a la diversificación de las estrategias de
reproducción, introduce una nueva dimensión en el análisis. Una estructura del
capital tiende a imponer un modo de reproducción particular (Bourdieu, 1989).
E incluso, si existe una diversificación de las estrategias de reproducción en función de los diversos campos accesibles, es importante investigar en cuál de ellos la
estructura del capital tiende a inducir una inversión privilegiada, así como el lugar
de esta inversión por relación a otras inversiones que pueden o no operarse en el
seno del mismo campo o en otros campos.
LAS UNIDADES ANALÍTICAS Y EL PODER: FAMILIA Y RED, CUERPO Y CAMPO
a) Uno de los contextos en los que se definen las estrategias de reproducción social es, en primer lugar, la familia, considerada como unidad doméstica.
Ahora bien, desde la perspectiva de Bourdieu, frente a la necesidad de la
reproducción y a la diferenciación interna del grupo doméstico, se puede sostener
la hipótesis de que la familia funciona a la vez, como “cuerpo” y como “campo”.
Funciona como cuerpo, como unidad que para poder reproducirse -esto es, mantener o mejorar su posición, transmitiendo su volumen y estructura del capitaldebe actuar como una suerte de sujeto colectivo, manteniendo la integración de
esa unidad, al precio de un trabajo constante, especialmente simbólico (en su
doble dimensión: teórico y práctico) de inculcación de la creencia en el valor de
esa unidad. Pero la familia tiende a funcionar como campo, es decir, como espacio
de juego, donde hay relaciones de fuerza físicas, económicas, culturales y simbólicas (ligadas al volumen y a la estructura del capital que poseen los diferentes miembros que la integran) y donde hay luchas para conservar o transformar esas relaciones de fuerza (Bourdieu, 1994b y 1994c). Estas cuestiones se presentan en el
momento de diferenciar, por género, edad y posición en la familia, las diferentes
tareas asignadas en relación con la organización doméstica y las responsabilidades
del “afuera” y del “adentro’ del hogar.
b) El otro contexto de definición de estrategias de reproducción está constituido por redes sociales, asumiendo la hipótesis constatada desde Lomnitz (op.
Problematización de la pobreza urbana... / Alicia B. Gutiérrez21
Cuadernos de Antropología Social Nº 15, 2002, ISSN: 0327-3776
cit.) de que las estrategias de las unidades domésticas ubicadas en situaciones de
precariedad se caracterizan por el desarrollo de participación en redes de intercambios de bienes y de servicios, que se presentan como recursos alternativos
decisivos frente a la inseguridad económica y la precariedad de los otros recursos
accesibles.
En la problemática que estoy planteando, la noción de red social está estrechamente ligada a la de capital social 6
.
El capital social es sólo uno de los tipos de recursos utilizables por las familias para crear y poner en marcha distintos tipos de prácticas, que les permitan
hacer frente a sus necesidades cotidianas y de reproducción social. Pero este recurso cobra importancia fundamental, en la medida en que se trata de comprender y
explicar un conjunto de prácticas que son implementadas por un grupo de agentes que poseen un escaso volumen de capital económico y cultural, los principios
básicos que estructuran el espacio social y que definen las diferentes posiciones de
las unidades domésticas y la de los miembros que la componen.
Bourdieu define el capital social como “conjunto de recursos actuales o
potenciales que están ligados a la posesión de una red duradera de relaciones más o
menos institucionalizadas de interconocimiento y de inter-reconocimiento; o, en
otros términos, a la pertenencia a un grupo, como conjunto de agentes que no
están solamente dotados de propiedades comunes (susceptibles de ser percibidas
por el observador, por los otros o por ellos mismos) sino que están también unidos por lazos permanentes y útiles” (Bourdieu, 1980b: 2).
El capital social está ligado a un círculo de relaciones estables que son el
producto de “estrategias de inversión social consciente o inconscientemente orientadas hacia la institución o reproducción de relaciones sociales directamente utilizables, a corto o a largo plazo” (Ibídem).
En otras palabras, sería el conjunto de relaciones sociales que un agente
puede movilizar en un momento determinado, que le pueden proporcionar un
mayor rendimiento del resto de su patrimonio (los demás capitales, económico y
cultural especialmente). Además, son también una fuente de poder, y por ello
constituyen un enjeu, “algo que está en juego”, que se intenta acumular y por lo
cual se está dispuesto a luchar.
El capital social es, por otra parte, como todo capital, un poder que exige
inversiones permanentes, en tiempo, en esfuerzo, en otros capitales, y que puede
aumentar o disminuir, mejorando o empeorando las chances de quien lo posea. Se
fundamenta pues, en lazos permanentes y útiles, que se sostienen en intercambios,
a la vez, materiales y simbólicos.22
Ahora bien, en primer lugar, las redes deben ser analizadas como “cuerpo”
y como “campo”: como cuerpo, en la medida en que el mantenimiento unido de
la red puede asegurar el desarrollo de cierto tipo de estrategias entre las unidades
domésticas que participan en ella; como campo, en la medida en que allí se ponen
en juego distintos tipos de “capitales sociales”, distribuidos desigualmente entre
las unidades domésticas que participan en esas redes8
, y que plantea la cuestión
del intercambio desigual y de las relaciones de dominación-dependencia en su
seno. Luego, es importante considerar a esas redes como elementos de redes más
amplias, como subsistemas de relaciones en el seno de un sistema global. En ese
sistema global de relaciones, se consideran no sólo las posiciones que ocupan las
diferentes unidades domésticas objetos de estudio, sino también las posiciones
ocupadas por otros agentes sociales (por ejemplo, dirigentes políticos, agentes del
Estado, miembros de ONGs, etc.), que ligan a los pobres con los demás miembros de la sociedad global.
A MODO DE CIERRE
El problema de la reproducción de la sociedad y de sus mecanismos de
dominación-dependencia en todos los niveles constituye uno de los grandes desafíos de la ciencia social contemporánea. Inmerso en él, en el doble sentido de
relacional e histórico, se encuentra el problema de la pobreza que afecta a cada vez
mayor número de personas. Desde la perspectiva de Bourdieu, esta situación nos
compromete como investigadores sociales a echar mano a todas las posibilidades
que nos puedan brindar las armas de la ciencia para intentar explicar y comprender los distintos aspectos implicados, sacar a la luz esos mecanismos, denunciarlos
y hacerlos conocer, bajo pena de ser acusados de “no-asistencia a persona en peligro” (Bourdieu et al., op. cit.; Bourdieu, 1999, 2000).
En estas páginas he intentado avanzar hacia ese camino, mostrando las
posibilidades de su perspectiva analítica de problematizar ciertos aspectos de la
cuestión, que pueden constituir un sólido punto de partida y una importante guía
del análisis empírico. No se trata aquí de “importar” acríticamente categorías y
conceptos producidos en otro lado y con motivo de otros problemas, cometiendo
un pecado que el mismo Bourdieu ha denunciado (Bourdieu y Wacquant, 1998),
sino de rescatar sus aspectos centrales y su lógica de funcionamiento, asumiendo
su carácter de “construcciones de la realidad” e intentando valorar las posibilidaProblematización de la pobreza urbana... / Alicia B. Gutiérrez23
Cuadernos de Antropología Social Nº 15, 2002, ISSN: 0327-3776
des de dar cuenta, de algún modo redefiniéndolos, de otros aspectos de lo real, y
conduciendo la construcción de nuevos conocimientos.
Esa intención se ubica en la perspectiva de intentar superar el divorcio
entre la teoría y la empiria, entre la reflexión teórica y la puesta a prueba de conceptos que fueron construidos a partir de análisis concretos de la realidad y, por
ello, pensados como instrumentos analíticos y no como mero alimento de discusiones teóricas –evidentemente necesarias, pero no de manera exclusiva y excluyentetras una actitud que, desde los primeros tiempos, Bourdieu condenó con el nombre de “ensayismo” (Bourdieu, Chamboredon y Passeron, 1975).
NOTAS
1
 Aunque ambos espacios se relacionan, y, en buena medida, el espacio geográfico
indica diferencias en el espacio social, y las posibilidades de apropiación del espacio geográfico dependen de las posibilidades sociales (Bourdieu, 1993).
2
 Es decir, el hablar de elecciones, de estrategias, no significa remitir a una racionalidad consciente, formulada, explicitada, de los agentes sociales que producen las
prácticas. Tampoco implica hacer referencia a una racionalidad que se mide en
función de los resultados obtenidos, es decir, una racionalidad que está en relación con la eficacia de la práctica. Se trata de una racionalidad limitada, pero no a
la manera de Simon, “porque el espíritu humano es limitado”, sino porque el
agente social está socialmente limitado (Bourdieu y Wacquant, 1992)
3
 El sentido del juego es lo que permite vivir -sentido vivido- como “evidente” el
sentido objetivado en las instituciones, es decir, las percepciones y representaciones
como resultado de la incorporación de las condiciones objetivas (Bourdieu, 1980a).
4
 Esta postura implica una ruptura con aquellas líneas teóricas (especialmente el
Individualismo metodológico y la Teoría de la acción racional) que parten de la
libre iniciativa de un actor social cuyas estrategias estarían sometidas sólo a las
coerciones de las estructuras externas, olvidando “la historia individual y colectiva
de los agentes a través de la cual se constituyen las estructuras de preferencias que
les habitan, en una dialéctica temporal compleja con las estructuras objetivas que
las producen y que ellos tienden a reproducir” (Bourdieu y Wacquant, 1992: 99)
5
 En la investigación llevada adelante desde esta perspectiva, se ha analizado cómo,
en distintos momentos históricos, el grupo de familias pobres estudiadas articula-24
ban su modo de reproducción con el modo de reproducción de otros agentes que
ocupaban otras posiciones en el espacio social: primero militantes montoneros
que tenían su propio juego en el campo político, luego ONGs que invertían en su
propio campo, en todo momento agentes del Estado y miembros de partidos
políticos con los que establecían alianzas especialmente en los momentos
preelectorales. (Gutiérrez, 2001).
6
 La consideración de distintos aspectos relativos a las nociones de redes sociales y
capital social desde otras perspectivas analíticas y sus diferencias con la propuesta
de Bourdieu ha sido tomada en detalle por Baranger (2000).
7
 Entre las familias que he estudiado el capital social permite la articulación de
redes simétricas y asimétricas de intercambios de diferentes formas de capital -que
en términos de Mauss (1969) pueden llamarse como de “prestación total”, en el
sentido en que constituyen un conjunto complejo de reciprocidad indirecta, donde quien recibe la prestación no está directamente obligado a quien la ofrece sino
a cualquier otro miembro del sistema- y fundamenta estrategias tanto individuales como colectivas.
8
 Plantear la hipótesis de una distribución desigual de capital social (de relaciones)
implica una revisión de la noción de reciprocidad: no es lo mismo movilizar asiduamente la red o de manera puntual, no es lo mismo tener o no tener relaciones
con agentes que ocupan otras posiciones sociales en otras estructuras de sostenimiento y de apoyo, de dominar o no las informaciones útiles para acceder a diferentes mecanismos de obtención de recursos... Todos estos elementos constituyen
fuentes desiguales de poder que deben ser tomadas en consideración en el momento de analizar la diversidad de las estrategias de reproducción de las unidades
domésticas.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Argüello, Omar (1981). “Estrategias de supervivencia: un concepto en busca de
su contenido”. En: Demografía y Economía, Vol. XV, 2, El Colegio de México,
México, pp. 190-203.
Baranger, Denis (2000). “Sobre estructuras y capitales: Bourdieu, el análisis de
redes, y la noción de capital social”.En: Avá, Nº 2, Universidad Nacional
de Misiones, Misiones, pp. 41-63.
Problematización de la pobreza urbana... / Alicia B. Gutiérrez25
Cuadernos de Antropología Social Nº 15, 2002, ISSN: 0327-3776
Bartolomé, Leopoldo (1984). “La familia matrifocal en los sectores marginados:
Desarrollo y Estrategias Adaptativas”. En : Runa. Archivo para las ciencias
del hombre, Vol. XIV, Facultad de Filosofía y Letras, UBA, pp. 23-49.
------------------------------(1985). “Estrategias adaptativas de los pobres urbanos:
el efecto ‘entrópico’ de la relocalización compulsiva”. En: Bartolomé,
Leopoldo (compilador), Relocalizados: Antropología Social de las Poblaciones Desplazadas, Ediciones IDES, Buenos Aires, pp. 67-115.
------------------------------(1986). Pobreza y marginalidad en la Argentina, Posadas,
CEAL.
Bennholdt-Thomsem, Verónika (1981). “Marginalidad en América Latina. Una
crítica de la teoría”. En: Revista Mexicana de Sociología, No. 4, México, pp.
1505-1546.
Bourdieu, Pierre (1980a). Le sens pratique, Ed. de Minuit, París.
-----------------------(1980b). “Le capital social. Notes provisoires”. En: Actes de la
Recherche en Sciences Sociales, No. 31, pp. 2-3.
-----------------------(1988a). La Distinción. Criterios y bases sociales del gusto, Taurus,
Madrid.
-----------------------(1988b). “Espacio social y poder simbólico”. En: Cosas dichas,
Gedisa, Barcelona, pp. 127-142.
-----------------------(1989). La noblesse d’État. Grandes écoles et esprit de corps, Ed.
de Minuit., París.
-----------------------(1990). “Espacio social y génesis de las ‘clases’”. En: Sociología
y Cultura, México, Grijalbo, pp. 281-309.
------------------------(1993). “Effets de lieu”. En: Bourdieu et al., La misère du monde,
Ed. du Seuil, París, pp. 159-167.
------------------------(1994a). Raisons pratiques. Sur la théorie de l’action, Ed. du
Seuil, París.
------------------------(1994b). “L’esprit de famille”. En : Raisons pratiques. Sur la
théorie de l’action, Ed. du Seuil, París, pp. 135-145.
------------------------(1994c). “Stratégies de reproduction et modes de domination”.
En : Actes de la Recherche en Sciences Sociales, Nº 105, pp. 3-12.26
 ------------------------(1998). Contre-feux. Propos pour servir à la résistance contre
l’invasion néo-libérale, Liber-Raisons d’Agir, París.
-------------------------(1999). Intelectuales, política y poder, EUDEBA, Buenos Aires.
-------------------------(2000). El sociólogo y las transformaciones recientes de la economía en la sociedad, Libros del Rojas, Universidad de Buenos Aires.
-------------------------(2001). Contre-feux 2, Liber-Raisons d’Agir, París.
Bourdieu, Pierre, Chamboredon, Jean-Claude y Passeron, Jean-Claude (1975). El
oficio de sociólogo, Siglo XXI, Buenos Aires.
Bourdieu, Pierre y Wacquant, Loïc (1992). Réponses, Ed. du Seuil, París.
------------------------------------------- (1998). “Sur les ruses de la raison impérialiste”.
En : Actes de la Recherche en Sciences Sociales, Nº 121-122, pp. 109-118.
Bourdieu, Pierre et al. (1993). La misère du monde, Ed. du Seuil, París
Coraggio, José Luis (1991). Ciudades sin Rumbo. Investigación urbana y Proyecto
popular, Ciudad-Siap, Quito.
Germani, Gino (1973). El Concepto de Marginalidad, Nueva Visión, Buenos
Aires.
Gutiérrez, Alicia (1999). “La tarea y el compromiso del investigador social. Notas
sobre Pierre Bourdieu”. En : Bourdieu, Pierre, Intelectuales, política y poder,
EUDEBA, Buenos Aires.
-----------------------(2001). Estrategias de reproducción social en situaciones de pobreza urbana, Tesis de Doctorado, École des Hautes Études en Sciences
Sociales-Universidad de Buenos Aires, mímeo.
Herrán, Carlos (1972). “La Cultura de la Pobreza”. En: Transformaciones Nº 47,
CEAL, Buenos Aires.
----------------------(1985). “La ciudad como objeto antropológico”. En: La Vivienda en Buenos Aires, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires-Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires.
Jaume, Fernando (1989). “El concepto de marginalidad”. En Cuadernos de Antropología Social, V2, Nº 1, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.
Problematización de la pobreza urbana... / Alicia B. Gutiérrez27
Kowarick, Lucio (1981). Capitalismo e marginalidade na América Latina, Paz e
Terra, Río de Janeiro.
Lomnitz, Larissa (1978). Como sobreviven los marginados, Siglo XXI, México.
Margulis, Mario (1968). Migración y Marginalidad en la Sociedad Argentina, Paidós,
Buenos Aires.
Mauss, Marcel (1969). Œvres, Ed. de Minuit, París.
Oliven, Rubén (1981). “Aspectos económicos, políticos y culturales de la
marginalidad en América Latina”. En: Revista Mexicana de Sociología, Nº
4, México, pp. 1627-1643.
Paugam, Serge (1998). “Les formes contemporaines de la pauvreté et de l’exclusion.
Le point de vue sociologique”. En: Genèses Nº 31, pp. 138-159.
Sáenz, Álvaro y Di Paula, Jorge (1981). “Precisiones teórico-metodológicas sobre
la noción de estrategias de existencia”. En: Demografía y Economía, Vol.
XV, 2, El Colegio de México, pp. 149-163.
Segal, Silvia (1981). “Marginalidad espacial, Estado y ciudadanía”, en Revista
Mexicana de Sociología, Nº 4, pp. 1547-1577.
Solari, Aldo et al. (1976). Teoría, acción social y desarrollo en América latina, Siglo
XXI, México.
Torrado, Susana (1982). El enfoque de las estrategias familiares de vida en América
Latina: Orientaciones teórico-metodológicas, Cuadernos del CEUR, Nº 2,
Buenos Aires.
Cuadernos de Antropología Social Nº 15, 2002, ISSN: 0327-3776

No hay comentarios:

Publicar un comentario