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lunes, 25 de febrero de 2013

Función Social de la picaresca en la niñez marginada



En este texto, la autora problematiza la función de la picaresca en la crítica social y su aplicación en la literatura sobre la niñez (en este caso el cuento "Pinocho"). Te proponemos servirte de él como guía para analizar los personajes "pícaros" de la película Los Olvidados.



1304 Departamento de Letras
Irreverencia y ascensión social
Para una lectura picaresca de Pinocchio
María Laura Destéfanis
Universidad de Granada



Resumen:

Leída durante décadas como una obra pedagógica, Pinocchio, bildungsroman del pobre, pone 
en evidencia el valor de la irreverencia como única estrategia para cambiar de status. Las diversas metamorfosis que sufre un abandonado, rústico leño en su peregrinar hacia la conversión en un “niño como es debido” (“ragazzino per bene”), siguiendo las aspiraciones de la burguesía de su tiempo (Pirro), ponen en primer plano el protagonismo del hambre, el deseo y 
el castigo como camino de ascensión, rasgos que emparentan a la obra con la picaresca espa-
ñola (Calvino). En este trabajo recorreremos las características centrales que constituyen la 
biografía del pobre en la tradición picaresca (Rodríguez) y su correspondencia en Pinocchio
de Collodi (Firenze, 1881). Los recortes efectuados sobre las diversas adaptaciones desde su 
publicación hace más de un siglo comprueban que los “pequeños lectores” encuentran allí, 
mal que le pese a la moral didactizante, también un modelo de la irreverencia como triunfo. 
De ahí la molesta ambivalencia de la obra.

A Ugo y Cristina Chiocci, 
fiorentini del puerto de Santa María
aserrín, aserrán
los maderos de San Juan
piden pan, no les dan
piden queso, les dan hueso
¡y les cortan el pescuezo!
Ronda popular
…il chiedere un po’ di pane non è vergogna,
non è vero?
Carlo Collodi, Pinocchio. 1


¿Puede haber algo más irreverente, encantador, espantoso –en el antiguo sentido de asombroso– que una marioneta que no se deja manejar por su amo? ¿¡Habrase visto…!? La sorpresa y el asombro son el gesto de pequeños (y grandes) lectores de Pinocchio, y la misma expectación que produjo, en el siglo XVI, el descubrimiento de un texto que circuló desde entonces bajo el nombre de Vida de Lazarillo de Tormes, y de sus fortunas y adversidades. Ambos protagonistas son niños, ambos protagonistas son pobres, y ambos cometen la osadía de darse satisfacción: comer, vivir, vestirse, el uno; ser, existir, ser algo primero para ser alguien luego, el otro. En el primer caso fue “el caso”: recordemos que Lázaro cuenta su vida en respuesta a una demanda de explicaciones por parte de Vuestra Merced (la autoridad), debido a que las malas lenguas dicen que su mujer comete adulterio –y este es el hecho referido en el texto como “el caso”– con el cura que le da trabajo y favores; una historia más, en fin, de funcionarios ricos pidiendo cuentas a los pobres. Así, de manera autobiográfica, irrumpe el “yo pobre” en la literatura española,2 hecho revolucionario en esa tradición literaria en la que, hasta entonces, solo merecían ser narradas las vidas de los santos (hagiografías) y de los nobles (Historia), parte esencial de la sociedad: el 
panteón y el parnaso. Narraciones modélicas, épicas, constituyentes de una compacta sociedad estamentaria feudal y organicista donde no existía la división entre la res pública y la privada. 
Nobles y santos eran el emblema de un espacio de poder, por lo tanto de una cultura. El caso 
Lázaro –que se inscribe en el más pobre de los géneros: la prosa–, es la primera vida de pobres publicada, la primera vida privada expuesta al juicio público, desnudada: el pobre no tiene privacidad sino privaciones.
Revisemos qué ocurre en el segundo caso, Pinocchio. Un trozo de leña pobre, de esos que solo 
sirven para reponer la pata de una mesa coja o calentar una olla de porotos (permanecer oculta, entonces, o bien desaparecer) le quita protagonismo al mismísimo rey, y consigue a fuerza de golpes salvar su mísera existencia y cambiar de estado/estatus. (De haber intervenido el rey hoy, bien podría haberle espetado el famoso “¿Por qué no te callas?”). Recordemos ese comienzo, en que el narrador subvierte –al igual que Lázaro cuando expone sus miserias de pobre– la tradición formulaica:
C’era una volta…
–Un re!– diranno subito i miei piccoli lettori.
No, ragazzi, avete sbagliato. C’ era una volta un pezzo di legno.3
(Collodi 1987: cap. I)
Claro que, como decíamos, cuando se escribe el Lazarillo, en Europa estaba comenzando 
a asentarse la Reforma y, por tanto, la división material, vital, e ideológica del espacio en dos 
esferas: la pública y la privada;4 en el siglo XIX, en cambio, la etapa de transición había quedado atrás hacía tiempo, la sociedad de clases estaba ya consolidada, y su matriz ideológica, bien 
aceitada, conformaba el inconsciente de los trabajadores, cuya vida pública era sopesada por la moral burguesa (y, en tanto moral, “didactizante”), determinada por la lógica del sujeto libre. 
Tomo de Juan Carlos Rodríguez el término “sujeto libre”, terrible oxímoron que viene a explicar el cambio vital que plantea el capitalismo y configura la nueva relación de poder entre amo/criado, peón/patrón, empleado/jefe, en oposición a la relación señor/siervo del feudalismo, relación de por vida, porque el siervo está ligado a una tierra y a un señor. El sujeto libre, figura necesaria para el desarrollo del capitalismo, con sus ciudades e industrias, tiene la libertad de vender su fuerza de trabajo o morir de hambre. 
Es por eso que vemos aparecer a lo largo del texto la ristra de advertencias que configuran el 
adoctrinamiento necesario para estas relaciones de producción –por vía de la religión, la escuela, la familia, en fin, los aparatos ideológicos con los que cuentan los Estados–, precisamente en una Italia recientemente reunificada, en proceso de estabilización política, donde surge este texto dirigido a los futuros “niños de bien”, imprescindibles para un Estado-nación moderno en proceso de consolidación. Claro que, no por ello, van a dejar de advertirse las numerosas fisuras por las cuales se filtran las contradicciones del período a través del texto de Collodi, las mismas que, en el actual, consecuente estado de cosas, siguen incomodando y fascinando a los lectores. Si las opciones, en tiempos de Lázaro, eran “Iglesia, mar o Casa Real” (hacete cura, andate a América o trabajá directamente para el rey, según tu poderío y tus medios), ahora responden a “la cultura del trabajo” (sí, precisamente esa que nos inculcaban nuestros abuelos/bisabuelos y que, nos dijeron, forjó este país), o sea: o vas a la escuela (si podés) o trabajás, o bien hacés las dos cosas, si querés –¡si podés!– progresar. Así es como Geppetto, en uno de los pasajes más penosos de la obra, decide vender su único abrigo raído para comprarle el silabario a su niño (evidentemente, la educación –la “seguridad social”– corría por absoluta cuenta de las familias). El muñeco –el viejo recurso del muñeco, aún utilizado para suavizar propuestas–5 reacciona de manera irreverente, desobediente y rebelde, lo que dará lugar al castigo y posterior arrepentimiento.
–Vuoi che te lo dica– replicò Pinocchio, che cominciava a perdere la pazienza. 
–Fra tutti i mestieri del mondo non ce n’è che uno solo, che veramente mi vada a genio.
–E questo mestiere sarebbe?...
–Quello di mangiare, bere, dormire, divertirme e fare dalla mattina alla sera la vita del vagabundo.
–Per tua regola, –disse il Grillo-parlante con la sua solita calma— tutti quelli che fanno modesto mestiere finiscono quasi sempre allo spedale o in prigione.
6
(Collodi 1987: Cap IV; el subrayado es nuestro)
Tenemos, entonces, que el intertexto de Pinocchio no responde a un caprichoso patchwork
afectivo al que Collodi acudió desde su personal biblioteca, sino a la emergencia de cuestiones 
cruciales en una novela de formación (bildungsroman) de pobre en la Florencia de 1881; decimos esto para sortear la ingenuidad filológica de pensar que el intertexto (el folclore toscano, el Antiguo Testamento, Apuleyo, la picaresca) responde de manera cuasi mecánica a la tradición. Creemos, por el contrario, que la lógica que opera tras el texto es la ideología refinada –y dirigida a un amplio público infantil– de la (re)unificación italiana de fines de siglo XIX. 
A pesar de las diferencias coyunturales entre un texto y otro, no se nos ocultan a los lectores las líneas de continuidad entre ambos en lo que atañe a aspectos centrales de las obras. 
Podríamos realizar un análisis de los elementos que remiten a lo que la crítica configuró como 
“picaresca”, como por ejemplo la estructura itinerante, el tono humorístico y satírico para narrar sucesos dramáticos, el relato de filiación, el deambular en la búsqueda de hogar y comida, las “malas acciones” a que se ven forzados ambos niños protagonistas, la violencia social, la burla de los pares, la reprimenda y el castigo por parte de adultos y autoridades, la crítica a la sociedad, y así seguiríamos. No obstante, no nos interesa la lectura aislada de elementos constitutivos de 
relatos que pueden ser leídos genéricamente, sino que creemos que dos hilos rojos los cosen, estructurando ambas obras –uno, podríamos decir, es la sombra del otro: el hambre y la muerte. El fantasma del hambre recorre la historia de Lázaro; recordemos brevemente: cuenta en su carta que nació a la vera del río Tormes, donde su padre era molinero. Se descubre que su padre tomaba sin permiso puñados de cereal, “por lo cual fue preso, y confesó y no negó”, fue desterrado y murió peleando contra los moros (como Fierro/Cruz, salvando los detalles). Su madre quedó viuda y se juntó con un “hombre moreno”, del que dice Lázaro
Yo, al principio de su entrada, pesábame con él y habíale miedo, viendo el color y mal gesto que tenía; mas de que vi que con su venida mejoraba el comer, fuíle queriendo bien, porque siempre traía pan, pedazos de carne y, en el invierno, leños, a que nos calentábamos. (Valbuena y Prat, 1956: 85)

Zaide, su padrastro, también se vio forzado a robar para mantener a la familia y fue descubierto. Su madre volvió a quedar sola, y finalmente Lázaro fue entregado como criado a un ciego, el primer amo de una larga lista,7hasta conseguir hacerse pregonero de vinos al servicio de Vuestra Merced, es decir, tener un oficio real –lo que equivale a día de hoy a un cargo público, estatal.
La peripecia de Pinocho comenzó, en cambio, en casa de maese Cereza. No sabemos cómo 
ni de dónde llegó allí, pero el caso es que renegó de su condición a fuerza de golpes y quejidos. 
Así consiguió que se produjera el primer cambio de dueño: maese Cereza le entregó la madera a Geppetto, un carpintero viejo y pobre, que la quería para fabricar un muñeco que supiera bailar, practicar esgrima y dar saltos mortales, con el que conseguir un trozo de pan y un vaso de vino.
La casa di Geppetto era una stanzina terrena che pigliava luce da una sottoscala. La mobilia non poteva essere più semplice: una seggiola cattiva, un letto poco buono e un tavolino tutto rovinato. Nella parete di fondo si vedeva un caminetto col fuoco acceso; ma il fuoco era dipinto, e accanto al fuoco c’era dipinta una pentola che bolliva allegramente e mandava fuori una nuvola di fumo, che pareva fumo davvero.8
 (Collodi, 1987: Cap. III)

Por lo que vemos, en casa de Gepetto la comida es una evocación. Algo muy similar a lo que 
ocurre en casa del escudero, el tercer amo de Lázaro:
…abrió su puerta y entramos en casa. La cual tenía la entrada oscura y lóbrega de tal manera, 
que parece que ponía temor a los que en ella entraban (…) Todo lo que yo había visto eran paredes, sin ver en ella silleta, ni tajo, ni banco, ni mesa…
Cuando comienza a anochecer, a Pinocho le entra un hambre de lobo –el texto subraya que 
muy de prisa porque es un niño-, un hambre material y sólido, “que se podía cortar con el cuchillo”, al revés de lo que ocurre con la comida, que se desvanece: la olla es un dibujo, el huevo se convierte en pajarito y, cuando pide pan, le responden con un baldazo de agua fría. Al regresar del pueblo, que “parecía el país de los muertos” (recordemos las descripciones del Lazarillo), pone sus pies a secar y se le carbonizan: es la amenaza de consumirse, al igual que Lázaro. 
El leit motiv “¡qué enfermedad más mala es el hambre!” lo explica todo: es necesario vencer el miedo para sobrevivir, porque el hambre es “más fuerte que el miedo”. En el episodio de las peras, su padre se quita la comida de la boca para alimentarlo y le enseña que “en este mundo, desde niños 
conviene acostumbrarse a comer de todo, porque nunca se sabe lo que puede ocurrir. ¡Pasan 
tantas cosas!...”.
Como en los cuentos de Perrault, hay personajes que encarnan el mal: son feos, deformes. 
Procuran estafar a Pinocho, vivir a su costa, e intentan matarlo mediante el fuego, destino natural del cual siempre está huyendo. Más tarde sufre la cárcel y es esclavizado por un campesino que lo sorprende tomando uvas de su viñedo. Una vez librado nuevamente a su suerte, llega al “Pueblo de las Abejas industriosas”. Aquí, el texto presenta un pasaje que establece claramente 
el discurso de legitimación del trabajo infantil en tiempos de industrialización de las grandes 
urbes. Dice el texto:
A chiedere l’elemosina si vergognaba, perchè il suo babbo gli aveva predicato sempre che 
l’elemosina hanno il dirito di chiederla solamente i vecchi e gl’infermi. I veri poveri, in questo mondo, 

Porque se niega a trabajar, Pinocho debe sufrir: el Hada lo alecciona con un desayuno cuyo 
pan es de yeso y, ya rabioso de hambre, se desmaya. 
A fuerza de castigos, Pinocho cumple. Cumple el deseo que le hacen creer que es suyo, el deseo que debe desear, el deseo mediante el cual será deseado por la sociedad, por las relaciones de 
producción que lo circundan. Cumple siendo cumplido. Cuelga los hábitos, deja de ser él mismo. 
Se desdobla, se doblega, como un “niño de bien”.10.


Bibliografía:

Bravo-Villasante, Carmen. 1988. Historia y antología de la literatura infantil universal, tomo II. Madrid, Mi-
ñón, pp. 140-141.
Calvino, Ítalo. 1982. “Pinocho o las andanzas de un pícaro de madera”, El Correo de la UNESCO
[en línea], N° 6 [citado 2010-08-15], pp. 11-14. Disponible en: <http://unesdoc.unesco.org/
images/0007/000747/074717so.pdf>. ISSN 0304 – 310 X.
Carranza, Marcela. 2010. “Tres clásicos entre la obediencia y la desobediencia”, Imaginaria. Revista quincenal sobre literatura infantil y juvenil [en línea, citado 2010-09-01]. Disponible en: <http://www.imaginaria.com.ar/20/9/entre-la-obediencia-y-la-desobediencia.htm>.
Castro Alonso, Carlos. 1989. Clásicos de la literatura infantil. Valladolid, Lex Nova, pp. 73-74.
Collodi, Carlo. 1987. Pinochhio. Buernos Aires, Asociación Dante Alighieri.
----------. 2002. Las aventuras de Pinocho. Chiostri, Carlos (ilustr.). Piro, Guillermo (trad.). Piro. Buenos 
Aires, Emecé.
Hazard, Paul. Los libros, los niños y los hombres. Barcelona: Juventud, 1985, 185-186.
Porras Castro, Soledad. 1992. “En el centenario de Carlo Collodi. Pinocho ayer y hoy”, Didáctica [en línea] 
N° 4 [citado 2010-08-15], pp. 207-216. Disponible en: <http://revistas.ucm.es/edu/11300531/articulos/DIDA9292110207A.PDF>.
Rodari, Gianni. 1991. Cuentos para jugar. Madrid, Alfaguara.
Rodríguez, Juan Carlos. 2001. La literatura del pobre. Granada, Comares.
----------. 1974. Teoría e historia de la producción ideológica: las primeras literaturas burguesas. Madrid, Akal.
Soriano, Marc. 2005. La literatura para niños y jóvenes. Guía de exploración de sus grandes temas. Buenos Aires, 
Colihue.
Valbuena Prat, Ángel. 1956. La novela picaresca española. Madrid, Aguilar.
CV
María Laura Destéfanis es LicenciaDa en fiLoLogía Hispánica por La universiDaD De granaDa, DonDe
reaLiza sus estuDios DoctoraLes, y egresó De La escueLa Dearte DraMático De La ciuDaD De Buenosaires. 
cursa La DipLoMatura en ciencias DeL Lenguaje en eL instituto superior DeL profesoraDo “Dr. joaquín v. 
gonzáLez” y reaLiza tareas De capacitación Docente.


Notas: 


1 “…pedir un poco de pan no es vergüenza, ¿no es verdad?”. Para la versión en español, me remito siempre a la excelente traducción de Guillermo Piro, que Imaginaria puso 
generosamente en línea <http://www/imaginaria.com.ar/?p=1223>.IV CONGRESO INTERNACIONAL DE LETRAS 1305


2 Ver Juan Carlos Rodríguez. La literatura del pobre. Granada, Comares, Col. De guante blanco, 2001. Para los conceptos organicismo y animismo en la literatura española, del mismo 

autor Teoría e historia de la producción ideológica. Las primeras literaturas burguesas. Madrid, Akal, 1974.
3 “Había una vez…/´¡Un rey!´, dirán enseguida mis pequeños lectores./ No, muchachos, se han equivocado. Había una vez un pedazo de madera.” (Collodi, 2002: Cap. I).
4 No es la intención de este trabajo abordar lo ocurrido más tarde, en el siglo XVII español, con el proceso contrarreformista.1306 Departamento de Letras



5 Ver, por ejemplo, el libro-álbum Juul, escrito por Gregie de Maeyer e ilustrado con esculturas de Koen Vanmechelen. Su primera edición en español es de Salamanca: Lóguez, 
1996.
6 “–¿Quieres que te lo diga? –replicó Pinocho, que comenzaba a perder la paciencia–. Entre todos los oficios del mundo no hay más que uno que verdaderamente me gusta./ –¿Y 
ese qué oficio sería?.../ –El de comer, beber, dormir, divertirme y llevar, de la mañana a la noche, la vida de un vagabundo./ –Te advierto –dijo el Grillo parlante con su calma 
habitual– que todos aquellos que tienen ese oficio casi siempre terminan en el hospital o en la prisión.” (Collodi, 2002: Cap. IV; el destacado es nuestro).IV CONGRESO INTERNACIONAL DE LETRAS 1307

7 A saber: clérigo, escudero, fraile de la Merced, buldero, maestro de pintar panderos, capellán, alguacil.
8 “La casa de Geppetto era una pequeña habitación en planta baja que recibía luz de una claraboya. El mobiliario no podía ser más sencillo: una mala silla, una cama no muy buena 
y una mesa toda arruinada. En la pared del fondo se veía una chimenea con el fuego encendido; pero el fuego estaba pintado, y junto al fuego estaba pintada una olla que hervía 
alegremente y emanaba una nube de humo que parecía humo de verdad.” (Collodi, 2002: Cap. III).1308 Departamento de Letras
meritevoli di assistenza e di compassione, non sono altro che quelli che, per ragione d’età o di 
malattia, si trovano condannati a non potersi più guadagnare il pane col lavoro delle proprie mani. Tutti 
gli altri hanno l’obbligo di lavorare: e se non lavorano e patiscono la fame, tanto peggio per loro.9
(Collodi 1987: Cap. XXIV; el subrayado es mío)


9 “Pedir limosna lo avergonzaba, porque su padre siempre le había dicho que únicamente tienen derecho a pedir limosna los viejos y los enfermos. En este mundo, los verdaderos pobres, 
los que merecen asistencia y compasión, no son otros que aquellos que, por razones de edad o de enfermedad, se encuentran condenados a no poder ganarse el pan con el trabajo de sus 
propias manos. Todos los demás tienen la obligación de trabajar, y si no trabajan y sufren el hambre, tanto peor para ellos.” (Collodi, 2002: Cap. XXIV; el destacado es nuestro)
10 “Ragazzino per bene”, notablemente, suele traducirse como “niño como es debido”, con la formalidad impactante y naturalizadora que le impone la impersonalidad. Literalmente, “ragazzino per bene” sería “niño por/para bien”, lo que deja en el aire la pregunta: ¿por/para bien de quién?

sábado, 23 de febrero de 2013

¿Cómo surgen los derechos del niño? Recurso textual en Educ.Ar

Los desastres de las guerras
Al finalizar la Primera Guerra Mundial (1918) muchos niños quedaron huérfanos o abandonados. Esto produjo en la comunidad mundial una sensibilización por los derechos humanos, y especialmente por la niñez.
La Declaración de Ginebra, de 1924, fue uno de los primeros instrumentos internacionales que consideró a los niños como un grupo vulnerable que debía ser protegido para garantizar su normal desarrollo material y espiritual. Sin embargo, poco después, durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) los derechos de las personas, y los de los niños en particular, fueron otra vez brutalmente vulnerados.
La Declaración de los Derechos del Niño
En 1959 las Naciones Unidas retomaron la cuestión y proclamaron la Declaración de los Derechos del Niño en su Resolución 1386 del 20 de noviembre de 1959.
En esa Declaración se estableció una serie de principios básicos para ser reconocidos y garantizados por los gobiernos de los distintos países.
Básicamente, la Declaración considera que el niño, por su falta de madurez física y mental, necesita protección y cuidados especiales tanto antes como después del nacimiento. Además, se establecen una serie de principios destinados a despertar la conciencia acerca de este tema. Entre ellos se destacan:
  • La igualdad en el disfrute de todos los derechos.Esto significa que ningún niño será privado del pleno ejercicio de sus derechos por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento u otra condición.
  • El goce de una protección especial para que pueda desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente en forma saludable y normal, así como en condiciones de libertad y dignidad.
  • El derecho a un nombre y a una nacionalidad.
  • El goce de los beneficios de la seguridad social.Este derecho implica que deberá proporcionarse a todo niño y a su madre atención médica especial -incluida la atención prenatal y postnatal-, alimentación, vivienda, recreo y servicios médicos adecuados.
  • La protección del niño física o mentalmente impedido o que sufra algún impedimento social.
  • El reconocimiento de que para su pleno y armonioso desarrollo el niño necesita amor y comprensión, en lo posible bajo la responsabilidad de sus padres. También se reconoce que corresponde a la sociedad y a las autoridades públicas la obligación de cuidar a los niños sin familia o que carezcan de los medios adecuados de subsistencia.Para garantizar este derecho los Estados procurarán otorgar subsidios estatales o de otra índole para el mantenimiento de los hijos de familias numerosas o de los chicos sin familia.
  • El derecho a la educación, que deberá ser gratuita y obligatoria por lo menos en las etapas elementales.
  • El derecho a que los niños sean, en todas las circunstancias, los primeros en ser protegidos y socorridos.
  • La protección contra toda forma de abandono, crueldad y explotación y contra todo tipo de trata. Este derecho significa que no se permitirá el trabajo de los niños antes de una edad mínima adecuada, ni se permitirá que realicen tareas que pueda perjudicar su salud o su educación o impedir su desarrollo físico, mental o moral.
  • La protección contra las prácticas que puedan fomentar la discriminación racial, religiosa o de cualquier otra índole. En este sentido, los niños deberán ser educados en un espíritu de comprensión, tolerancia, amistad entre los pueblos, paz y fraternidad universal.
La Convención sobre los Derechos del Niño
En 1979, que fue declarado Año Internacional del Niño, los representantes de cuarenta y tres países iniciaron el trabajo de redacción de la Convención. Esta tarea culminó diez años después.
El 20 de noviembre de 1990 la Convención fue adoptada y abierta a la firma y ratificación por la Asamblea General de la ONU (Resolución 44/25). Finalmente, entró en vigor el 2 de septiembre del año 1990. La República Argentina la ratificó el 4 de diciembre del mismo año, a través de la ley 23.849.
Nuestra Constitución Nacional, en el artículo 75, inciso 22, establece que dicha Convención tiene jerarquía constitucional. Esto implica que no se podrá sancionar ninguna ley en el país ni deberá existir ningún acto de gobierno que contradiga los principios que ella establece.
La Convención está basada en:
Documentos de las Naciones Unidas -la Carta de las Naciones Unidas, la Declaración Universal de derechos humanos -, que reconocen que en muchos lugares del mundo hay niños que viven en condiciones extremadamente difíciles y que por tal razón necesitan especial atención.
Las tradiciones y valores culturales de cada pueblo para lograr el desarrollo armonioso del niño.
La valorización de la cooperación internacional como medio de obtener un mejoramiento de las condiciones de vida de los niños en todos los países, especialmente los que se hallan en vías de desarrollo.
La Convención consta de 54 artículos y está organizada en las siguientes partes:
Preámbulo,en el que se expresan los fines que persiguen los Estados partes en la Convención;
Primera parte, donde se exponen todos los derechos y garantías destinados a proteger y promover el desarrollo armonioso del niño;
Segunda parte, en la que se establece la creación de un Comité de los Derechos del Niño, en el marco de las Naciones Unidas, con el objetivo de examinar los progresos realizados por los Estados.
Tercera parte, donde se fijan los pasos legales para que la Convención entre en vigor y los trámites de enmiendas y reservas que pueden formular los Estados.
¿A quiénes contemplan los derechos establecidos en la Convención?Se considera niño a todo ser humano menor de 18 años de edad, salvo que por ley haya alcanzado antes su mayoría de edad.
La República Argentina realizó una reserva al respecto, que protege al niño desde su concepción.
¿Quiénes asumen el compromiso del respeto de esos derechos? Los Estados son los que deben asegurar su aplicación a cada niño sin distinción alguna.
Entre los derechos establecidos por la Convención para los niños, los fundamentales son los siguientes:
  • Los niños tiene el derecho intrínseco a la vida y deben gozar de todas las garantías para su supervivencia y su desarrollo.
  • Los niños deben ser inscriptos inmediatamente después del nacimiento y tienen derecho desde ese momento a un nombre, a una nacionalidad, y en lo posible a conocer a sus padres y a ser cuidados por ellos.
  • Los niños tienen derecho a preservar su identidad, que incluye: la nacionalidad, el nombre y las relaciones familiares.
  • Los Estados deben velar para que el niño no sea separado de sus padres contra la voluntad de estos, excepto cuando la separación sea necesaria en virtud del interés superior del niño.
  • El niño que esté separado de uno o de ambos padres tiene derecho a mantener relaciones personales y contacto directo con ambos, de modo regular, salvo si fuese contrario al interés superior del niño. También se respetará este derecho cuando ambos padres residan en Estados diferentes.
  • Los Estados deben adoptar medidas concretas para luchar contra los traslados ilícitos de niños al extranjero.
  • Los niños tienen el derecho a expresar libremente sus opiniones en todos los asuntos que los afecten, incluidos los procesos judiciales, teniendo en cuenta su edad y su madurez. Ejercer este derecho significa también que tienen la libertad de buscar, recibir y difundir ideas e informaciones de todo tipo, ya sea en forma oral, escrita, artística o por cualquier otro medio elegido por el niño, con las limitaciones que la ley puede razonablemente establecer.
  • Los niños tienen derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. También son libres para asociarse y para celebrar reuniones pacíficas.
  • Los niños tienen también que ser protegidos contra intervenciones arbitrarias o ilegales en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, y contra ataques ilegales a su honra y reputación.
  • Los Estados deben cuidar que el niño tenga acceso a la información y al material que tenga por finalidad promover su bienestar social, espiritual y moral, y su salud física y mental. Para esto se debe alentar la producción y difusión de libros para niños y solicitar a los medios de comunicación que tengan en cuenta también las lenguas de los grupos minoritarios.
  • Los niños gozan de derecho a la salud y al tratamiento de las enfermedades. Los Estados deben adoptar las medidas apropiadas para tal fin. La Constitución Nacional en el articulo 75, inciso 23, ha establecido como atribución del Congreso de la Nación dictar un régimen de seguridad social especial e integral para la protección del niño en situación de desamparo, desde su gestación hasta la finalización del período de enseñanza elemental, y de la madre durante el embarazo y el tiempo de lactancia.
  • Los Estados deben asegurar el derecho a la educación, implantando la enseñanza primaria obligatoria y gratuita para todos.
  • Los Estados tienen que cuidar que se respete a las minorías, étnicas, religiosas, lingüísticas o indígenas. Los niños pertenecientes a tales minorías tienen el derecho a tener su propia vida cultural, a profesar y practicar su propia religión y a emplear su propio idioma.
  • Los chicos tienen derecho al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas y a participar en la vida cultural y en las artes.
  • Los Estados deben proteger a los niños contra la explotación económica y los trabajos peligrosos, nocivos para su salud o su desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social. Para esto deberán establecer una edad mínima para trabajar, reglamentar los horarios y condiciones de trabajo de los niños y las sanciones para quienes no las cumplan. En la legislación argentina, la ley 20.744 de Contrato de Trabajo establece que los menores de ambos sexos, mayores de catorce años y menores de dieciocho, podrán celebrar contratos de trabajo, con la debida autorización de sus padres o representantes legales. En otros artículos de la misma ley se regula lo referido a la jornada de trabajo, trabajo nocturno y vacaciones de los menores.
  • Cada Estado miembro debe ocuparse de que los niños no usen en forma ilícita estupefacientes y sustancias psicotrópicas, e impedir que los menores sean utilizados en la producción y el tráfico ilícitos de esas sustancias.
  • Los Estados deben velar contra toda forma de explotación y abuso sexual e impedir el secuestro o venta de niños para cualquier fin o en cualquier forma.
  • Corresponde a los Estados asumir el compromiso de respetar y velar por el cumplimiento de las normas del derecho internacional humanitario destinadas a los niños y que se aplican en los conflictos armados.
  • Los Estados partes deben dotar de las máximas garantías a los menores que han cometido delitos y sean sometidos a juicio. Así, deberán garantizar que no se acusará o declarará culpable a ningún niño por haber transgredido una ley, por actos u omisiones que no estaban prohibidos por leyes nacionales o internacionales en el momento en que se cometieron, y que a todo niño del que se alegue que ha transgredido las leyes penales o a quien se acuse de haberlo hecho se les garantizara al menos, lo siguiente:
  • Que será inocente mientras no se pruebe su culpabilidad, de acuerdo a la ley.
  • Que será informado inmediatamente de los cargos que pesan sobre él y que dispondrá de asistencia jurídica en la preparación y presentación de su defensa.
  • Que la causa será resuelta sin demora por un órgano judicial competente, independiente e imparcial
  • en una audiencia conforme a la ley, en presencia de un asesor jurídico.
  • Que no será obligado a declarar contra sí mismo.
  • Que si se considera que ha transgredido las leyes penales, esta decisión será sometida a un órgano judicial superior competente, independiente e imparcial, conforme a la ley.
  • Que se respetará plenamente su vida privada en todas las fases del procedimiento.
  • Para garantizar estos puntos, los Estados establecerán una edad mínima antes de la cual se presumirá que los niños no tienen capacidad para transgredir las leyes penales.
  • También se adoptarán medidas para tratar a estos niños sin recurrir a procedimientos judiciales, respetándose plenamente los derechos humanos y las garantías legales. Deberán implementarse, además, medidas como el cuidado, la orientación y la supervisión, la libertad vigilada, la colocación en hogares de guarda, los programas de enseñanza y de formación profesional. En síntesis, debe asegurarse que sean tratados de manera adecuada para su bienestar, y que las medidas que se tomen estarán en proporción con la infracción cometida.
  • Finalmente los Estados asumen el compromiso de dar a conocer ampliamente los principios y disposiciones de la Convención a los adultos y a los niños, por medios eficaces y apropiados.
Declaración sobre el fomento entre la juventud de los ideales de paz, respeto mutuo y comprensión entre los pueblos
Como sabemos, el objetivo principal de la Organización de las Naciones Unidas es el de preservar la paz para las futuras generaciones. Dado que los jóvenes son los que tendrán en sus manos el futuro de la humanidad, las Naciones Unidas proclamaron el 7 de diciembre de 1965 esta Declaración (Resolución 2037), que constituye un llamado a los jóvenes de todo el mundo a encarar con responsabilidad la tarea que les aguarda en la construcción de la sociedad del futuro.
Este documento:
  • Promueve una educación para la paz, el respeto mutuo y la comprensión entre los pueblos, basados en el respeto por la igualdad de los derechos de las personas y de las naciones y el logro del progreso económico y social.
  • Proclama el pleno respeto de los derechos humanos fundamentales, el derecho de los pueblos a la autodeterminación, la búsqueda de la paz y la seguridad, y el desarme.
  • Establece que todos los medios de educación, fundamentalmente los padres y la familia, y en todos los medios de enseñanza y de información destinados a los jóvenes, deberán fomentarse los ideales de paz, humanismo, libertad y solidaridad internacionales.
  • Determina que la educación de los jóvenes debe apuntar al pleno desarrollo de sus facultades y a la formación de personas dotadas de altas cualidades morales.
  • Establece que deberán, además, estimularse los intercambios, los viajes, el turismo y el estudio de idiomas extranjeros, entre otras actividades, para acercar a los jóvenes en las actividades, educativas, culturales y deportivas.
  • Invita a las asociaciones nacionales e internacionales de jóvenes a promover los propósitos de las Naciones Unidas, la paz y la seguridad internacionales, la amistad entre las naciones, basados en el respeto de la igualdad soberana de los Estados y la abolición del colonialismo y de la discriminación racial y de todas las violaciones a los derechos humanos.
Más información
En 1990 se llevó a cabo en Nueva York la Primera Cumbre Mundial a Favor de la Infancia, de la que participaron 71 jefes de Estado y donde se redactó la Primera Declaración de Supervivencia, Protección y Desarrollo de la Infancia .
Existen innumerables organizaciones gubernamentales y no gubernamentales que se ocupan de la problemática de la niñez en todo el mundo. Te presentamos aquí algunas de ellas, caracterizadas por realizar su labor en diversos países.
UNICEF
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia es una organización que actúa dentro del ámbito de la ONU. Posee su propia estructura de gobierno, con una junta ejecutiva compuesta por 36 miembros, que se encargan del dictado de políticas para la niñez. Tiene su sede principal en la ciudad de Nueva York y desarrolla su actividad a través de siete oficinas regionales y mas de 210 oficinas alrededor del mundo. Colabora con Gobiernos nacionales y organizaciones no gubernamentales en más de 140 países.
En nuestro país, provee cooperación técnica a los ministerios nacionales, gobiernos provinciales y a organismos no gubernamentales en las diversas áreas vinculadas al bienestar infantil, como por ejemplo la situación de los niños y de las niñas; el desarrollo de políticas sociales, la salud y bienestar para niños y mujeres; la comunicación y movilización social.
UNICEF no es una organización partidista y su cooperación no es discriminatoria. Se extiende a todos los países del mundo, independientemente de los regímenes políticos que los gobiernan.
Más información acerca de esta organización en www.unicef.org
MISSING CHILDREN
En el año 1984 se creó en los Estados Unidos el Centro Nacional de chicos perdidos y explotados, con el objetivo de proveer asistencia a los padres cuyos hijos estuviesen perdidos, y para concientizar de esta problemática a las familias, a los docentes y a la comunidad en general.
En abril del año 1999 se formó, también en los Estados Unidos, el Centro Internacional de chicos perdidos y explotados, con el fin de apoyar a todos los países que requirieran asistencia para encarar un proyecto similar. A fines de ese año este centro se contactó con la Red Solidaria, de nuestro país, para organizarlo en la Argentina. Así surgió la asociación civil sin fines de lucro Missing Children- Chicos perdidos de Argentina, con los objetivos de encontrar a los chicos perdidos, orientar a las familias sobre los pasos a seguir en las búsquedas, colaborar con la justicia y las fuerzas de seguridad, difundir a través de los medios de comunicación las fotografías de los menores.
Más información acerca de esta organización en www.missingchildren.org.ar
SAVE THE CHILDREN
Es una organización no gubernamental que trabaja por la defensa y la promoción de los derechos de la infancia, de acuerdo con lo establecido en la Convención sobre los Derechos del Niño. Fue fundada en Londres en el año 1919 para ayudar a los niños refugiados y desplazados luego de la Primera Guerra Mundial, y fue responsable de la primera Declaración de los Derechos del Niño, conocida como Declaración de Ginebra.
Actúa en 29 países a través de organizaciones nacionales, que forman la Alianza Internacional Save the Children, con más de 100 programas de ayuda en todas las áreas que afectan a la niñez.
Es un organismo consultor del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas. Fue la encargada de coordinar la campaña internacional para la prohibición de las minas terrestres, por la cual mereció el premio Nobel de la Paz en el año 1997.
Más información acerca de esta organización en www.savethechildren.net

Recursos para el aula I: Canciones sobre marginación infantil


1- "Hay un niño en la calle", interpretado por Calle 13 y Mercedes Sosa


2-"Los hijos del sol" de Ricardo Montaner




3-"Juan de la calle", interpretado por el Chaqueño Palavecino



Aquí te presentamos tres canciones que refieren al tema de la pobreza infantil. Puedes utilizarlas como recursos en el aula.

a) ¿Cómo se representa la pobreza en cada canción?, ¿mediante qué recursos estéticos se refieren explícita o implícitamente a ella?
b) Para seguir pensando la presencia de la temática "marginal" en la industria de la música puedes leer el siguiente artículo, que analiza específicamente el género "reggeton"

http://flacsoandes.org/dspace/bitstream/10469/1007/1/01.%20La%20representacion%20de%20la%20mar ginalidad%20por%20parte%20de%20la%20industria%20del%20regaeton....Ana%20Rosa%20Thillet.pdf

c)Puedes sugerir a tus alumnos que recopilen canciones sobre esta temática y luego hagan un breve ensayo aplicando categorías específicas del análisis de la pobreza, los derechos humanos y los derechos del niño, aplicándolas al estudio de las letras.


LOS OLVIDADOS: MODELOS DE VIOLENCIA Y MARGINALIDAD EN EL CINE LATINOAMERICANO.


LOS OLVIDADOS: MODELOS DE VIOLENCIA Y MARGINALIDAD EN EL CINE LATINOAMERICANO.
Fernando Roncero Moreno. Universidad de Castilla-La Mancha.


INTRODUCCIÓN.

«El cine es, en mayor medida que las otras artes, un documento histórico de nuestro tiempo. El que llaman séptimo arte es capaz como ningún otro de captar la esencia de las cosas, de captar la atmósfera y las corrientes de su tiempo, y de expresar sus esperanzas, sus angustias y sus deseos en un lenguaje universalmente comprensible»[1]. Así se refiere Wim Wenders a las propiedades intrínsecas de la imagen cinematográfica para elevar a la categoría de universal lo que el objetivo de la cámara, al igual que el ojo humano, capta como hecho particular y aislado. El cine, entendido como manifestación artística, proyecta más allá de sus propios límites lo que sobre el terreno no llega a simples rasguños superficiales. Al mismo tiempo, como «documento histórico», y liberado de las trabas impuestas por la mera diferenciación entre objetividad y subjetividad, se yergue como espejo en el que mirarse, como fiero aumento de los defectos encontrados en los distintos agentes sociales.
 Por otra parte, en los últimos años está cobrando cada vez más importancia la utilización del cine y otros medios audiovisuales en todos los ámbitos de estudio relacionados con las ciencias sociales. El cine, como elemento artístico testimonial de la realidad circundante, se convierte en un fiel reflejo de la sociedad en la que nace y en una imagen de identidad de los individuos a los que representa. En este contexto, tras el impacto del film de Luis Buñuel Los olvidados (1950), sobre la juventud de los extrarradios mexicanos, son muchas las producciones latinoamericanas destinadas a ésta y otras temáticas semejantes en el tiempo más reciente.
Películas que trasladan sus cámaras a las zonas reales donde surge el conflicto y que emergen, más allá de sus características artísticas o comerciales, como testimonios y ensayos antropológicos en los que realidad y ficción caminan de la mano, se mezclan y confunden.

LOS OLVIDADOS.

Una frase nos pone sobre aviso ante lo que vamos a ver: «Esta película está basada íntegramente en hechos de la vida real y todos sus personajes son auténticos». Tras este texto introductorio, una voz en off nos acompaña mientras observamos la bahía neoyorquina, un barrido vertical de la majestuosa Torre Eiffel, y una preciosa vista del Támesis londinense:

«Las grandes ciudades modernas, Nueva York, París, Londres, esconden tras sus magníficos edificios hogares de miseria que albergan niños malnutridos, sin higiene, sin escuela, semillero de futuros delincuentes».

A continuación, las vistas aéreas de México se muestran como símbolos inconfundibles de modernidad y grandeza, representativos de la sociedad del bienestar del primer mundo:

«La sociedad trata de corregir este mal, pero el éxito de sus esfuerzos es muy limitado. Solo en un futuro próximo podrán ser reivindicados los derechos del niño y del adolescente para que sean útiles a la sociedad.
México, la gran ciudad moderna, no es excepción a esta regla universal, por eso esta película basada en hechos de la vida real no es optimista, y deja la solución del problema a las fuerzas progresivas de la sociedad».

Tras la inicial declaración de intenciones, la cámara gira bruscamente hacia el suburbio donde los niños y jóvenes juegan entre ruinas y escombros. Jaibo, Pedro, el ojitos,..., son modelos arquetípicos del niño encaminado irremediablemente hacia la violencia. Cada uno poseedor de unas circunstancias y un pasado característico, reproducidos incansablemente en el extrarradio de las grandes ciudades.
Entre los actores que encarnan a los jóvenes protagonistas, Buñuel mezcló, al igual que en todos los aspectos pertenecientes a la concepción global del film, ficción y realidad, actores desconocidos con niños de la calle que se interpretaban, sin saberlo, a sí mismos, sin distinguir lo que formaba parte de la película y lo que era simple y llanamente real. La labor de documentación, como ocurrirá con todas las producciones nombradas en este texto, se realizó siguiendo pautas cercanas al mero trabajo antropológico, observando los escenarios naturales y conviviendo con sus potenciales protagonistas: «Iba a los barrios bajos de la Ciudad de México, acompañado primero por Alcoriza y luego por Edward Fitzgerald, el director artístico. Estuve cerca de seis meses conociendo esos barrios. Salía muy temprano en autobús y caminaba al azar por las callejas, haciendo amistad con la gente, observando tipos, visitando casas. Recuerdo que a veces iba a hablar con una chica que tenía parálisis infantil Caminaba por Nonoalco, la plaza de Romita, una ciudad perdida en Tacubaya. Esos lugares luego salieron en la película y algunos ni siquiera existen ya»[2].
Entre grandes edificios y arrabales, coches de lujo y carretas, la delincuencia y la miseria se apodera de unos personajes, no sólo jóvenes, que han sido olvidados por la otra cara de la sociedad, la opulenta, por el lejano primer mundo, por las autoridades gubernamentales e, incluso, hasta la llegada de la mirada buñuelesca, por el cine.
La película, retrato cruel y desgarrador de la sociedad mexicana, supuso un durísimo golpe en la conciencia de los privilegiados, aquellos que precisamente olvidaban la otra cara de la moneda. La versión de Buñuel era ofensiva y contraria a la proyección de México sobre el resto del mundo y sobre sus propios ciudadanos. Pese a lo que podríamos denominar como una «falsa objetividad» o, simplemente, una «manipulación subjetiva» respecto a las imágenes contenidas en el film, el ensañamiento y la crueldad del cineasta no son sino síntomas de una identificación completa y una esperanza hacia soluciones factibles. Como señala Xavier Bermúdez, «es en la precisión matemática con la que el film va cortando salidas esperanzadoras a sus personajes, en el modo minucioso con el que se constata el horror que rige unas vidas cotidianas, en la veracidad descriptiva con la que se nos muestra unas conductas y unos valores criminales, es precisamente ahí donde late la ternura auténtica de Buñuel por los desheredados»[3].
Más allá del neorrealismo italiano y el resto de corrientes cinematográficas que caminan en línea recta por la senda de la realidad, la película es el equivalente al espejo y sueño al que hace mención el estudio de Bermúdez. Por un lado, el reflejo de los hechos, por el otro, la imaginación, identificada como una vía de escape para la propia historia, para sus personajes y para sus espectadores, una posible solución a un problema acuciante.

PROYECCIÓN DE LOS OLVIDADOS EN EL CINE LATINOAMERICANO ACTUAL[4].

Han pasado más de cincuenta años desde el estreno de Los olvidados (1950). Sin embargo, los «olvidados» del cineasta aragonés, desheredados, marginados, mendigos, vagabundos, etc., siguen apareciendo en la gran pantalla y habitando en las calles de las ciudades latinoamericanas. La predicción de una solución por parte de las fuerzas progresivas de la sociedad, que había de llegar en un futuro próximo, ha caído en saco roto a la vista de los acontecimientos. La globalización no ha conseguido sino aumentar las diferencias hasta llevarlas a un punto límite.
El cine latinoamericano se ha convertido en los últimos tiempos en el reflejo realista de su sociedad, normalmente cargada de tintes políticos, marginalidad, violencia y desarraigo. En este contexto, los cineastas vuelven a enfrentarse a los mismos problemas que Buñuel creía cercanos a la desaparición.
Pixote (1981), del argentino Héctor Babenco, sobre la novela Infancia Dos Martos de José Louzeiro, se erige como el puente necesario entre Los olvidados y las producciones surgidas a partir de finales de los ochenta y principios de los noventa. El escenario de Pixote son las calles de São Paulo, y sus protagonistas, los menores de edad que sobreviven entre prostitutas, traficantes, tahúres y criminales que aprovechan la imposibilidad de los niños de ser encarcelados para utilizarlos en beneficio de sus propios delitos. Pixote carece de nombre, es simplemente un apodo equivalente al chavo o al chamaco. Héctor Babenco, heredero del cinema nôvo que se había instaurado en Brasil en los años sesenta[5], ya había llamado la atención de los espectadores sobre la vida en los suburbios marginales de São Paulo en su primer largometraje O Rei da Noite (1975), pero es Pixote la que pasea por el mundo las miserias de la delincuencia juvenil en las barriadas cariocas. En este film ya se encuentran prácticamente todas las constantes que se repetirán con posterioridad. Concebido primitivamente como un documental, las trabas burocráticas obligaron a Babenco a encaminar su historia por el margen de la ficción, ganando con ello en credibilidad e impacto visual. Los niños protagonistas son verdaderos niños de la calle seleccionados por su director, y sus historias tristemente paralelas a las de sus personajes[6].
Los «olvidados», lejos de desaparecer, se multiplican en una espiral que parece no tener fin. Están presentes en Amores perros (2000), de Alejandro González Iñárritu, buscando una vía de escape a la violencia del extrarradio de Ciudad de México, o reflejados en los ojos de los tres protagonistas de Y tu mamá también (2001), dirigida por Alfonso Cuarón, en su recorrido por carretera a través de un país de contrastes. Es el país en el que conviven riqueza y miseria, donde la tradición y la modernidad convergen dejando a su paso una larga serie de víctimas observadas por espectadores pasivos. Los gallos de pelea buñuelescos han dado paso a los enfrentamientos de perros adiestrados para matar a su adversario, los caminos entrecruzados de los personajes antagónicos de Amores perros. El propio director expone sus sensaciones: «La ciudad de México es un experimento antropológico, yo me siento parte de ese experimento [...] Soy sólo uno de los veintiún millones que vivimos en la ciudad mas grande y poblada del mundo. Ningún hombre en el pasado vivió (más bien sobrevivió) antes a una ciudad con semejantes niveles de contaminación, violencia y corrupción y, sin embargo, increíble y paradójicamente es hermosa y fascinante y eso es precisamente lo que para mí es ‘Amores perros’, un fruto de esa contradicción, un pequeño reflejo del barroco y complejo mosaico de la ciudad de México»[7].
Pero no solo en México encontramos a los sucesores de los «olvidados», también se encuentran en Argentina, reflejados en los jóvenes delincuentes de Pizza, birra, faso (1997), dirigida por  Adrián Caetano y Bruno Stagnaro. Actores no profesionales encarnan a cinco jóvenes marginales: el Cordobés, Pablo, Sandra, Frula y Megabom. En este caso, la acción nos traslada hasta las calles de Buenos Aires, no al extrarradio, sino a un centro urbano que ofrece una imagen muy lejana a la modernidad y la integración. La ciudad se convierte en un gigantesco suburbio en el que los delincuentes sobreviven cada día sin pensar en el mañana, donde el futuro se oculta tras coches destrozados y edificios semiderruidos. El ritmo visual y el lenguaje de los protagonistas convergen y se integran dentro de la dinámica del film, la cámara abandona su característica neutralidad para convertirse en un personaje más de la acción, un testigo participativo.
El derrumbe moral y socio-económico de la sociedad argentina que alberga en su seno un semillero de violencia y marginalidad, se mueve a su antojo entre las imágenes y argumentos del denominado nuevo cine argentino, flotando en la superficie de las historias narradas por todos aquellos directores que deciden mirar de frente las miserias de la cotidianeidad. Éste es el caso de, entre otras, las películas de Pablo Trapero. Mundo grúa (1999) o El bonaerense (2002) son ejercicios de una naturalidad cruel y cercana al desamparo, de personajes perdidos y avocados a un destino fatal. Del corrosivo blanco y negro de aspecto documental de la primera al cálido y colorido fondo sobre el que emergen los personajes de la segunda, la convivencia con seres marginales va más allá del testimonio o la simple denuncia. La cámara se esfuerza por adentrarse en el alma de la sociedad argentina, por llegar a la identificación del espectador como un personaje más de la historia.
Del corto camino que lleva desde la miseria a la delincuencia juvenil, resalta la senda ya andada en Río de Janeiro, en la favela de Ciudad de Dios (Cidade de Deus) (2002), película basada en la novela de Paulo Lins sobre hechos reales y dirigida por Fernando Meirelles y Katia Lund. Un recorrido por la historia de este suburbio brasileño desde finales de los años sesenta a través de las vidas de sus habitantes y su implicación cada vez mayor en el mundo del crímen, el tráfico de drogas, las bandas callejeras y la violencia sin contención. Aquella llamada a la esperanza que abría la historia de Los olvidados, confiando un futuro mejor al progreso, se estrella fanáticamente contra el desalentador mensaje que deviene del destino de los jóvenes cariocas. Tan sólo el personaje de Buscapé encuentra, pese a las dificultades, una salida, aunque insegura, a la fatalidad. Pero son muchos los que quedan por el camino, y vertiginosa la escala de violencia en progresivo aumento a lo largo de los años. Un testigo objetivo no habría sobrevivido en las calles de Ciudad de Dios, no sería posible un estudio antropológico de hecho sobre sus habitantes. La solución cinematográfica se encuentra en centrar el discurso narrativo en torno a la figura de Buscapé y su visión, entre pasiva y partícipe, de todo lo que le rodea.
Recogiendo la herencia de Soy un delincuente (1976), dirigida por Clemente de la Cerda, y en especial de Sicario (1994), de José Ramón Novoa, auténtico ejercicio de violencia juvenil al más puro estilo actualizado de Los olvidados, Huelepega: ley de la calle (1999), de Elia Schneider, venía salpicada por la polémica ya desde antes de su estreno. Desde el Instituto Nacional del Menor se dio la orden de suspender el rodaje haciendo un llamamiento a la propiedad intelectual de los menores protagonistas del film, propios niños de la calle que reinterpretan un papel aprendido de memoria desde su nacimiento. Venezuela, y el resto del mundo, se tapa los ojos ante el sentimiento de vergüenza y culpabilidad que salpica al espectador que, atónito, se enfrenta a la crudeza vital de la infancia perdida entre violencia y adicción por las calles de Caracas. Como reza el propio cartel anunciante del film: «¡La verdad que no se puede ocultar! ¡Una alarmante realidad... Una poderosa denuncia en una impactante película!».
Es difícil realizar una escala clasificadora sobre violencia y marginalidad, pero quizá la cota más alta se alcanzaría a la hora de dirigir la mirada hacia las calles de Medellín, ciudad conocida como metrallo, donde los niños colombianos, actores para la ocasión en La vendedora de rosas (1998) de Víctor Gaviria, sobreviven mediante la venta ambulante y el robo, en un mundo feroz donde cada día pueden ser asesinados y cuya única vía de escape está en las drogas y en la esperanza de encontrar un mundo mejor, al igual que les sucede a los asesinos a sueldo de La virgen de los sicarios (2000), dirigida por Barbet Schroeder basándose en la novela autobiográfica de Fernando Vallejo.
El caso sangrante de La vendedora de rosas vuelve a recuperar la triste historia, como en otras muchas ocasiones, del protagonista de Pixote, Fernando Ramos da Silva. La figura principal del film colombiano, Leydy Tabares, correría posteriormente una suerte paralela a la de su personaje, demostrando de nuevo la vinculación entre ficción y realidad que impregna las producciones latinoamericanas referentes a esta temática.

CONCLUSIÓN.

André Bazin identificó a Luis Buñuel (entre otros como Dreyer, von Stroheim o Sturges) como uno de los directores significativos del denominado cine de la crueldad, el que sale directamente de las entrañas y recoge los peores sentimientos del ser humano. A este tipo de cine también pertenecen el resto de directores nombrados en estas páginas, al menos en las producciones encaminadas hacia la contribución en la denuncia y la visión pesimista que recogen sus imágenes.
Las historias suprarrealistas que exponen estas películas, a menudo cruzando la línea de la ficción en sus concepciones y en las andanzas vitales de sus protagonistas más allá del campo de acción de la cámara, así como los métodos de trabajo de directores y guionistas, desembocando todo el conjunto en una atormentada muestra de realidad, convierten este conjunto de instrumentos en un tipo necesario de arqueología del presente, una forma de antropología sincera y sin reparos, golpeando directamente en la conciencia de una sociedad del bienestar que desvía la mirada hacia otra dirección menos dolorosa y molesta.
El cine, fábrica de sueños por excelencia, produce en este caso pesadillas de las que es imposible despertar sin un regusto amargo en la boca. Siguiendo la identificación de Walter Benjamín de todo documento sobre la civilización como documento de la barbarie, el muestrario de películas ofrecidas en este trabajo emerge como testimonio cruel, ético y estético de una realidad anclada en el imaginario colectivo. Desde Los olvidados, «el primer gran ejemplo de esa visión cinematográfica de la realidad integral, articulada por Buñuel en sus declaraciones teóricas: una visión [...] donde la vida y la realidad están arraigadas, además de en sus condicionamientos materiales y socio-políticos, en símbolos y arquetipos de la psicología de la profundidad y de la dimensión sagrada de la existencia»[8], a las películas de más reciente estreno, el camino emprendido por el cine conduce a un conocimiento auténtico y fuertemente impactante sobre las miserias y condiciones de las personas/personajes poseedores involuntarios de una marginalidad estremecedora.



[1] En WENDERS, Wim. La memoria de las imágenes. Textos de la emoción, la lógica y la verdad..Valencia. Ediciones de la Mirada, 2000. p. 157
[2] PEREZ TURRENT, Tomás y DE LA COLINA, José. Buñuel por Buñuel. Madrid. Plot, 1993. p. 49

[3] BERMÚDEZ, Xavier. Buñuel: espejo y sueño. Valencia. Ediciones de la Mirada; Madrid. Tarvos, 2000. p. 111

[4] Las películas comentadas en este apartado han sido elegidas atendiendo principalmente a dos criterios: el primero, referente a su adecuación al tema expuesto y su continuidad respecto al film de Buñuel; y el segundo, teniendo en cuenta su proyección internacional y su repercusión social. Por lo tanto, no se trata de una relación exhaustiva de películas dentro de las distintas filmografías latinoamericanas.

[5] Tanto el cinema nôvo brasileño como el cine cubano posterior a la revolución, se sirven de las influencias europeas que llegan a Latinoamérica en esta época. Desde el más antiguo neorrealismo italiano hasta el free cinema practicado en las islas británicas desde finales de los cincuenta. Esta corriente realista que viaja y cambia de nombre a lo largo de países y décadas, se puede identificar como el más claro precedente de los films tratados en este trabajo.

[6] Fernando Ramos da Silva, el niño que daba vida a Pixote y que había pasado de la pobreza a decenas de ofertas de trabajo tras el estreno del film, volvió a la delincuencia para acabar perdiendo la vida tras ser  disparado por la policía. La historia de Ramos da Silva sería posteriormente llevada también a la gran pantalla por José Joffily.

[8] FUENTES, Víctor. Buñuel en México. Instituto de Estudios Turolenses. Teruel, 1993. p. 104

"Los Olvidados" de Luis Buñuel




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